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Policía encontró a su hermano desaparecido hace casi 20 años mientras cumplía con una misión
Una madre de familia que esperó casi 20 años para reencontrarse con su hijo perdido pudo lograrlo gracias a la oportuna intervención de Ángel Rincón, un comando de los Grupos de Acción Unificada por la Libertad Personal (GAULA), unidades de fuerzas especiales de la Policía Nacional de Colombia, quien, a su vez, era su hermano menor. Este es el emocionante relato de cómo este “hijo pródigo”, quien salió hace 20 años de su casa de Bucaramanga hacia Bogotá para realizarse un examen médico y desde ahí no se supo más de él, pudo regresar a los brazos de su progenitora.
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Una madre de familia que esperó casi 20 años para reencontrarse con su hijo perdido pudo lograrlo gracias a la oportuna intervención de Ángel Rincón, un comando de los Grupos de Acción Unificada por la Libertad Personal (GAULA), unidades de fuerzas especiales de la Policía Nacional de Colombia, quien, a su vez, era su hermano menor. Este es el emocionante relato de cómo este “hijo pródigo”, quien salió hace 20 años de su casa de Bucaramanga hacia Bogotá para realizarse un examen médico y desde ahí no se supo más de él, pudo regresar a los brazos de su progenitora.
Si bien la desaparición de Fabio Rincón propició una angustiosa e infructuosa búsqueda por parte de sus familiares, después de dos décadas esta se convirtió en luto para varios de ellos excepto para su madre, quien nunca perdió la fe de encontrarlo vivo o muerto y se encomendaba todos los días a la Virgen de Chiquinquirá hasta que sus plegarias finalmente fueron respondidas. En diálogo con Noticias Caracol, su hermano Ángel recuerda que tenía aproximadamente 10 años cuando lo vio por última vez; sin embargo, sus vidas estaban a punto de dar un giro inesperado.
Por motivos de trabajo, el uniformado viajó a Tolima para participar en un curso antiextorsión en la Escuela Internacional del Uso de la Fuerza Policial Para la Paz (CENOP) en Tolima y, ni bien finalizara, tenía planeado regresar junto a sus compañeros a la Región de Policía No. 5 en Cúcuta, ciudad donde se encuentra destacado; sin embargo, por ironías de la vida la inseguridad de Bogotá fue una pieza clave para esta historia con final feliz ya que recibieron la orden de apoyar la lucha contra este flagelo realizando patrullajes conjuntos con las autoridades locales.
Coincidentemente, por aquellos días Fabio, de alguna forma, se puso en contacto con otro de sus hermanos para pedirle dinero y así arreglar la carreta que usaba como herramienta de trabajo. Esta era la primera pista sobre el paradero del hijo pródigo en casi 20 años y, sin dudarlo, llamaron a Ángel para ponerlo al tanto de todo. Al devolver la llamada al número que registraron, descubrieron que provenía Bogotá, exactamente de un barrio llamado La Favorita, considerado uno de los sectores más peligrosos de la capital colombiana.
La historia del reencuentro contada por su protagonista
Después de pedirle permiso a sus superiores, Ángel Rincón –vestido de civil– partió a buscar a su hermano perdido. Al llegar al lugar habló con todos los indigentes que se encontraba a su paso, pero desafortunadamente no lograda dar con el paradero de Fabio. Entonces, volvió a llamar al número de donde él se había comunicado y le dieron una dirección más específica donde se encontra al dueño del teléfono, que dijo que sí conocía a su hermano, que trabajaba con ellos como reciclador y que seguro se encontraba por los alrededores.
Con los nuevos datos y una vieja foto de su hermano mayor, el policía continuó su implacable misión de búsqueda y rescate, la misma que iba documentando a su familia a través de videos. Cuando parecía que sus esfuerzos habían sido en vano, regresó hacia donde estaba la persona que le prestó el teléfono a Fabio y juntos salieron a dar una vuelta más, pasando nuevamente por un lugar donde no había reparado en un crucial detalle. “Me dice ‘esa es la carreta’. Entonces, me puse muy, muy feliz, muy dichoso, pero a la misma vez no pensé en encontrármelo en esta situación”, dijo.
“Abrí los plásticos y lo veo ahí y le digo ‘hermano Fabio, él se queda mirándome y no me reconoce’. Me dice ‘¿usted quién es, mi hermano?’, yo le dije ‘sí, su hermanito’. Le dije que lo estaba buscando y lo hallé gracias a Dios, Dios es muy grande y lo abracé”, añadió el policía, quien de inmediato se contactó con su familia para hacerles saber que había logrado su cometido. Después de llevar a su hermano a un hotel para que se aseara, comprarle ropa nueva y comer algo, hicieron una parada en el cerro de Monserrate para agradecer por el tan anhelado reencuentro.
Un final feliz para este relato moderno del hijo pródigo
Antes de viajar a Bucaramanga, los dos volvieron al sitio donde Fabio pasó casi los últimos 10 años de su vida para despedirse de sus amigos y llevarles algo de comida. El exmilitar cuenta que, después de resultar herido en un campo minado, partió a la capital colombiana para una junta médica y, una vez allí, cayó en las drogas, un “infierno” del que fue “imposible salirse”. “Me miraba a un espejo y a veces lloraba, me salían las lágrimas de ver que no era lo mismo que cuando me vine de la casa. Estaba aquí en las calles y no era el mismo. Uno se destruye”, agregó.
Con una funda de almohada que utilizaba como equipaje, Fabio y su hermano menor fueron trasladados en un avión de la Policía hasta Bucaramanga, su ciudad natal y al aterrizar, los nervios eran más que evidentes en el hijo pródigo. Previo al arribo a su hogar, el hermano mayor de Ángel le pide detenerse en una florería para comprar un ramo y escribirle una emotiva dedicatoria de su puño y letra. “Quiero decirte que te quiero mucho, que perdone por tanto tiempo estar tan lejos de ti, madre querida”, leyó sumamente conmovido parte del mensaje escrito.
Al llegar a la casa de la que partió hace casi 20 años, lo primero que hizo fue dirigirse directo hacia su madre y fundirse en un abrazo, acompañado también de lágrimas de alegría por un reencuentro que ambos esperaron durante tanto tiempo. “Diosito, gracias porque me lo trajo”, dijo su progenitora en medio del llanto por tener de vuelta a su hijo, mientras éste le pedía que lo perdonara por todo. Actualmente, Fabio se encuentra en su hogar recuperándose y Ángel, patrullando las calles en pleno cumplimiento de su deber como orgulloso elemento de la Policía Nacional de Colombia.
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