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La perdí por ir demasiado rápido
Los amoríos efímeros son comunes entre los jóvenes. Sin embargo, qué pasa cuando una de las partes se resiste a que todo acabó y se culpa de ello.
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Todo empezó muy rápidamente y terminó igual. Rosita y Eduardo se conocieron en una discoteca donde apenas cruzaron palabras, pero un flechazo los enganchó. Sin embargo, este inicio –espontáneo– vaticinó lo que vendría después: una relación fugaz y tormentosa.
Aquella noche, la joven abogada de 24 años llevaba dos días en Lima. Había llegado de Barcelona, donde semanas antes había terminado una relación con un español.
No estaba de vacaciones. La crisis en Europa la empujó a retornar al país de sus padres.
Ambos se conocieron de una forma inusual en la discoteca. "Me enamoré a primera vista", confiesa Eduardo. Él dio el primer paso a la aventura: interceptó a Rosita y se presentó. Sus hormonas vencieron a su razón.
A ella le gustó tal actitud desenfadada. Así, se enfrascaron en una breve conversación. Se decían cosas directas. "¿A qué te dedicas? ¿Dónde vives? ¿Tienes pareja?", fueron algunas interrogantes.
Al final de la charla, no faltó el intercambio de números telefónicos, mails y usuarios de redes sociales.
Cinco días después, Rosita entabló contacto con el joven de 26 años. Quedaron en verse a la semana siguiente, mientras se comunicaban constantemente por el chat.
En la cita se gustaron más. Alucinados por sus historias, celebraron su encuentro en un bar. Ahí, la noche se hizo inacabable y los tragos también. Eduardo intentó besar a Rosita, pero ella se resistió.
"Me gustas, pero hay que conocernos mejor. Terminé hace poco una relación muy complicada", le dijo. Él insistió y se besaron.
Al final de la noche y, pasados de copas, terminaron juntos en el departamento de Rosita. Luego de esa noche, la joven bloqueó a Eduardo del Facebook y no le volvió a contestar las llamadas.
"No debí acelerar las cosas, y mi castigo es no poder olvidarla. Siento que la quiero, y esto no debe terminar así", se lamenta Eduardo una y otra vez.
NO DEBE CULPARSEAl respecto, la psicóloga Carmen Sánchez explica que Eduardo se equivoca al culparse de la situación.
"No debe sentirse culpable porque él actuó de acuerdo con lo que sentía y se dejó ganar por sus impulsos. El problema radica en que la chica no está preparada para iniciar una nueva relación debido a que hace poco terminó con su exnovio", sostiene la especialista.
DATOS
- Sánchez indica que una mujer accede a algo porque en el fondo lo quiere. En ese caso, dice que quizá Rosita solo tenía una necesidad sexual.
- Sostiene que para una mujer es difícil iniciar una nueva relación al poco tiempo de terminar con un viejo amor.
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