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“Mi mamá va a morir el domingo a las 7 de la mañana. Y está feliz”: El testimonio del hijo de una mujer que optó por la eutanasia
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Martha Sepúlveda es una mujer colombiana, diagnosticada con esclerosis lateral amiotrófica (ELA), una enfermedad grave e incurable por lo cual su vida se había hecho un tormento. Por ello, luchó para que la justicia le diera la autorización para someterse a la eutanasia.
En Colombia, la eutanasia de despenalizó en 1997 y fue convertida en ley en 2015. Desde entonces, se han realizado 157 procedimientos. Sin embargo, el caso de Martha es particular, pues el primer caso en que se autoriza una eutanasia en un paciente que no tiene una enfermedad terminal.
Esto debido a que en julio de este año, la Corte Constitucional del país hizo una extensión de este derecho, pues incluyó a quienes padezcan “un intenso sufrimiento físico o psíquico” por causa de una lesión o enfermedad incurable.
Una muerte digna
Al conocer su condición médica, supo que su vida sería un proceso lento y doloroso hacia el final, un futuro que le parecía desgarrador, por lo cual, junto a su único hijo de 22 años, luchó por conseguir la eutanasia, y lo logró.
“Mi mamá está tranquila y feliz desde que le dijeron que podía morir porque su vida era literalmente un infierno”, cuenta su hijo en diálogo con BBC Mundo.
Sepúlveda fue diagnosticada con esclerosis lateral amiotrófica a fines de 2018, y lo tomó de una forma particular: su reacción fue reírse. “Vea, tengo esta enfermedad y me muero en tres años”, relata su hijo.
“Soy una persona católica, me considero muy, muy creyente. Pero Dios no me quiere ver sufrir a mí”, señaló para Caracol TV.
“Con una esclerosis lateral en el estado que la tengo, lo mejor que me puede pasar es que me vaya a descansar”, agrega.
Y es que Martha no concebía la idea de vivir postrada en una cama, pues en situaciones más graves de la enfermedad, hablar e incluso tragar se vuelve imposible para los pacientes con esta condición.
A principios de este año ya algunas tareas cotidianas requerían ayuda. Bañarse, arroparse, incluso lavarse los dientes o comer se hacían tareas difíciles, pues perdía fuerza en las manos.
Posteriormente, sus piernas empezaron a perder fuerza, por lo cual caminar requería apoyo, al principio para las distancias largas, luego, para andar dentro de su hogar.
“Un día ella me dijo: “Sería tan bueno que yo pudiera solicitar la eutanasia”. Y pues yo no lo tomé como muy en serio”, relata Federico, hijo de Martha. “Cuando me dijo que quería hacerlo, yo estuve en negación por unos días. Yo decía, “no, mi mamá no, todavía no”. Le decía, “mami, por favor no”.
“Demuestro más mi amor si la apoyo en esta decisión”
Federico, quien se consideraba una persona liberal, que defendía el derecho a la eutanasia, creyó que nunca lo viviría tan cercanamente. Sin embargo, viendo la condición en que estaba su madre y como evolucionaba su enfermedad, lo aceptó finalmente.
“Creo que demuestro más mi amor si la apoyo en esta decisión que ella tomó”, asegura. “Llevamos 22 años juntos. Mi vida giraba alrededor de ella y la de ella alrededor mío. Luego de su partida, yo tendré que inventarme otra vida. Por eso fue tan difícil al principio”, relata.
Muchas personas pueden sorprenderse de la tranquilidad que refleja Martha al saber que su vida terminará pronto, por decisión de ella, claro está. Incluso el halo de felicidad que refleja es, en cierto punto, desconcertante.
“Mi mamá va a morir el domingo a las 7 de la mañana. Y está feliz. Está feliz desde que sabe que le van a aplicar el procedimiento eutanásico”, cuenta su hijo.
El mismo domingo, según relata Federico, se hará la cremación y se celebrará una eucaristía, pues son los deseos de su madre. “La voy a extrañar mucho. Yo creo que no hay nada que no vaya a extrañar, porque nada volverá a ser lo mismo. Nada”, asegura.
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