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Sobre amos y esclavas (*)
Ayer vi en TV a Lady Guillén, a quien la pareja le tiraba puñetes y le mordía las cejas y los pezones, entre otros. Miró la cámara y, muy seria, dijo que nunca, ninguna mujer, debe dejarse maltratar y que hay que denunciar.
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Fecha Actualización
Carmen González,Opina.21c.gonzalez@ceprovi.org
Los conductores elogiaron su actitud. La nueva abanderada de la lucha contra la violencia a la mujer. ¿Qué? ¿Es que era solo una víctima cuyo pecado fue ser crédula y ya se curó por denunciar? En toda relación sadomasoquista hay un momento en el que los papeles se invierten. Ahora él llora y ella lo acusa.Menos mal que no la mataron. Pero patología grave hay, y en los dos. Jamás existe un agresor y una víctima, aunque en la superficie lo parezca. Pareja sana es la que no permite ni una agresión. El 'agresor' y la 'agredida' son dos lados de una misma moneda. El agresor activo hace experimentar a la pareja lo que él sintió en su primera infancia. Camufla en su omnipotencia y fiereza su desamparo. La agresora pasiva tolera maltratos porque así revive la condición de dolor sentido en la infancia; su odio inconsciente –no recordado– la hace necesitar que el "'demonio' de su infancia regrese, porque sería peor la falta de demonio" (**), o sea, soledad de muerte. Empeora el asunto el machismo consciente e inconsciente que vivimos.
(*)Título: B. Johamovitz (**) Harry Guntrip
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