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Importancia de llamarse Rafael
Fortunato Rafael Roncagliolo ejerce el cargo de canciller y no puede ser más desatinado.
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Fritz Du Bois,La opinión del directordirector@peru21.com
Ha cometido desaciertos desde que lo nombraron: en la ceremonia misma de asunción del mando apoyó al matón del presidente de Ecuador en contra de los medios de comunicación, pasando luego por un desastroso manejo interno de su sector, para terminar con este último papelón.
En realidad, nunca la ha acertado. Parafraseando a Oscar Wilde, se podría decir que un error puede ser una tragedia, pero dos son una negligencia. Aunque, en su caso, la seguidilla de equivocaciones es, sin duda, un escándalo.
Así tenemos el intento por copar las Oficinas Comerciales, para lo cual convocaron a un concurso para nombrar a los encargados pero, como no pudieron manipularlo y ganaron los que ya estaban en el cargo –a quienes querían sacar–, entonces se negaron a aceptar los resultados. Con esto perdieron a excelentes funcionarios y dejaron 'huérfanas' plazas fundamentales, como Bruselas, en medio de la compleja ratificación de un tratado.
Luego estuvo la modificación del reglamento para hacer espacio a sus embajadores allegados, forzando el retiro temprano de la crema y nata del servicio diplomático.
Concluyendo ahora con la torpeza de cancelar, a último momento, la invitación a un barco de guerra británico cuando está a punto de ingresar al mar peruano luego de haber cruzado el Atlántico.
¿Dónde estaba el canciller cuando el Ejecutivo solicitó una Resolución Legislativa del Congreso para invitarlos? En ese momento se le decía a Defensa que no era conveniente la visita y asunto arreglado. Hoy, el Gobierno tendrá que enfrentar un innecesario enfriamiento en las relaciones con el Gobierno británico, que va a sentir con razón que ha sido maltratado. Para colmo, Roncagliolo miente con descaro sobre un supuesto retraso y ha sido vergonzosamente aclarado. ¿Hasta cuándo estará a cargo?
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