Es de lo más tierno. Esas historias mínimas que deja el paso de la selección peruana por Rusia. Sandro Ventura pegaba figuritas de los jugadores cuando era niño. Pasaron 36 años para que un nuevo álbum ocupe su atención. La escena es distinta. Ahora le tocó comprar el coleccionable y ver a su papá pegando las figuritas. Fue emotivo, dice, verlo llenar el álbum gracias a su hermana o sus nietos. El fútbol regala estos momentos que solo entiendes si los vives. Y Sandro no solo se ha emocionado en casa o con los amigos. Este nuevo Perú que viste la camiseta, que se inflama de orgullo al ver a su selección, ha llamado su atención. Este Perú te hace sentir feliz por su buena gastronomía y también por Guerrero, Carrillo, Cueva o Advíncula. Nunca tan cerca de un cambio real, algo bueno está pasando y tenemos que ver más allá de los goles que al fin gritamos, de la meta que cumplimos, del camino que nos falta.