En los nuevos escenarios laborales, los colaboradores están dispuestos a buscar nuevas oportunidades de trabajo que se adecúen a sus necesidades de equilibrio con su vida personal, desarrollo, un ambiente laboral humano, beneficios personalizados, liderazgo empático, entre otros. Aunque el salario sigue siendo un factor relevante en esta toma de decisiones, los talentos prefieren cada vez más una cultura organizacional que cuide de su bienestar, además de evaluar los beneficios que sus empleadores pueden ofrecerles.
Uno de los más grandes desafíos que han surgido de este panorama es la retención y fidelización del talento si se considera que Perú tiene uno de los índices de rotación laboral más altos de la región, que supera el 20% según PwC. Ante esto, las organizaciones nos vemos empujadas a identificar estrategias que nos permitan adaptarnos de forma innovadora.
Con ello en mente, la construcción de una cultura de bienestar aparece como una solución que nos lleva a una transformación profunda para priorizar a los colaboradores como personas. Nuestros objetivos deberán estar enfocados en hacer que estos se sientan valorados, escuchados y cuidados, y así permitirnos tener un equipo comprometido y saludable.
La aplicación de estos principios es una práctica que varía según las nuevas realidades del mundo. Por ejemplo, a raíz de la pandemia, las personas comenzaron a enfocarse en la flexibilidad laboral como un indicador de un ámbito de trabajo positivo. Para ellos, contar con una modalidad híbrida significó una oportunidad para proteger su salud mental, su tiempo y sus relaciones.
Otra clave es un programa de beneficios e incentivos orientado a cubrir las necesidades individuales de cada trabajador; pensemos en incentivos para los equipos comerciales, salud, escolaridad, etcétera. Pero también hay soluciones transversales, como las tarjetas de alimentación, que permiten a las familias cubrir su canasta básica mientras mejoran la calidad de alimentos que consumen en un 32%, según un estudio de Macroconsult.
Por otro lado, es crucial invertir en programas de capacitación y desarrollo que muestren confianza en su potencial, a la vez que los guiamos hacia oportunidades de crecimiento interno. Asimismo, fortalecer el liderazgo y la comunicación horizontal demuestra nuestra disposición a involucrarlos en decisiones que los afectan.
Finalmente, sepan que nuestro rol como líderes de recursos humanos es adaptarnos y procurar brindar un espacio que potencie las cualidades de los equipos. Recordemos que una cultura centrada en las personas genera un círculo virtuoso, en el cual el bienestar individual se traduce en un beneficio colectivo e impulsa el éxito de la organización a largo plazo.