¿Cuál es su opinión sobre la ola de sicariato en el país?
Es muy doloroso lo que está sucediendo con nuestro país, pero la verdad es que no somos el único país. El tema de violencia en Argentina, México y Colombia es terrible. Nosotros estamos igual que los países vecinos. Estamos fregados. Además, la situación política y de protestas hace que la gente psicopática aflore.
Alrededor del 10% de la población tiene rasgos psicopáticos. De 30 millones, por lo menos un millón y medio son psicópatas. Es una realidad que vivimos, no solo nosotros, sino toda Latinoamérica.
¿Que esto esté sucediendo en Latinoamérica quiere decir que los Gobiernos no están prestando la debida atención a la salud mental de la población?
Cuando hablamos de salud mental es porque la antípoda de eso es la enfermedad mental. Y el sicariato no es obra de la enfermedad mental, es obra de los delincuentes, y los delincuentes son psicópatas. El psicópata no es un enfermo mental. Es un trastorno de personalidad incurable. Ellos tienen que pudrirse de por vida en una cárcel.
No quiere decir que nos falta salud mental. Este es el problema de la delincuencia. Psicópatas en grado extremo que llegaron al poder político fueron Hitler o Stalin, que mataron a millones de personas porque eran psicópatas paranoicos.
Hay psicópatas paranoicos, hay psicópatas maniáticos de la notoriedad y hay sicarios, que son los que matan por beneficios, generalmente económicos.
¿Cuáles son los rasgos de personalidad de un sicario?
Tienen una personalidad psicopática. No es un enfermo mental, es un delincuente. Lo típico de estos criminales es que no tienen ética, valores o principios. No tienen empatía, no tienen afecto. Son gente fría, calculadora y sin espíritu.
José Ingenieros, un sabio argentino, escribió un libro famoso, El hombre mediocre. Hablaba del argentino y latinoamericano general. Hablaba del hombre superior, el hombre mediocre (que puede ser un delincuente o un resentido social patológico o neurótico) y del hombre inferior. En este último grupo estarían los sicarios.
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¿Existe un perfil de sicario?
La psicopatía y el trastorno de personalidad delincuencial es más frecuente en hombres que en mujeres, el doble o el triple. Otro factor es de dónde viene esto, de repente de una familia delincuencial.
El factor del sexo, de la crianza y del ambiente familiar; el factor de los traumas: todo eso influye en el desarrollo neurobiológico.
Si un feto, en lugar de recibir música clásica, como Mozart, para estimular las neuronas, recibe violencia de su entorno; ese cerebro se va atrofiando de una mala manera. La teoría del estrés es muy interesante. El estrés congénita y genéticamente adquirido, y el estrés adquirido durante la crianza atacan la corteza prefrontal dorsal, y eso ataca el sistema límbico, el cerebro emocional del ser humano.
¿Por qué observamos más el sicariato en Latinoamérica?
No tengo la data mundial, pero en todas partes existe. Estados Unidos es un país donde hay mucha droga. Es el consumidor más grande de cocaína; donde hay droga hay sicariato. Lo que pasa es que en nuestro país se nota más porque somos países pobres. Muchos de los sicarios son manejados desde las mismas cárceles. En México matan a 100 personas diarias, en Colombia es entre 10 y 20.
Estamos en camino a convertirnos en uno de esos países.
Sí, por supuesto. Es condenable y execrable. La vida humana es lo más preciado que hay en la tierra, y sobre todo cuando matan a gente que no tiene nada que ver con la droga, sino que es un chofer de combi o una persona que no está metida en estas mafias.
¿Coincide usted en que, de alguna u otra manera, la sociedad en que vivimos influye en la conducta de estos criminales? Menciono esto porque el Congreso viene aprobando normas que generan impunidad y benefician a bandas criminales.
El problema está en qué hace el Gobierno, el Congreso o el ministro del Interior. Vemos los toques de queda y declaratorias de emergencia en algunos distritos, y con eso no solucionan nada. Tiene que haber otras medidas.
Este famoso Consejo de Estado, —donde se reúne la presidenta, el presidente del Congreso y Poder Judicial, y ciertos dirigentes de gremios económicos— debe iluminarse un poco y hacer manejar sus neuronas para impulsar medidas no estúpidas.