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[OPINIÓN] Gonzalo Elías: “La vida como una ola”
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Dicen que al final de la vida las personas se arrepienten más de las cosas que no hicieron que de las que sí hicieron (a pesar de haber cometido errores). “Entre meterle y no meterle, mejor es meterle”, decía el bisabuelo de mis hijos.
Desde que somos chicos, siempre hay miedos y temores. Miedo de decirle a un compañero que sea nuestro amigo (por temor al rechazo), miedo de invitar a la chica o al chico que queremos a la prom, porque quizá nos dice que no; miedo de elegir la carrera que en verdad nos gusta por miedo al qué dirán o al dinero (miedo al “fracaso”); miedo de emprender un negocio o un proyecto porque puede salir mal, y así…
La vida es como una ola, a la que uno puede subirse o dejarla pasar; siempre hay miedo y adrenalina a la vez, temor y motivación, la posibilidad de correrla, hacerla, y la inmensa satisfacción de haberlo logrado o al menos intentado versus la inacción, la parálisis, el no intentar.
La vida tiene riesgos y consecuencias; eso es indiscutible, pero el miedo es otra cosa. El miedo está en la mente, el riesgo en la realidad. Los riesgos y el peligro se pueden aprender a disminuir, a prevenir, a manejar, pero el miedo que está en nuestras cabezas es el responsable de la mayoría de nuestros fracasos y frustraciones.
Mejor vivir sin miedo, como dice la canción, ¿pero cómo? No es fácil controlarlo ni extinguirlo. Pero sí podemos enfrentarlo. Recuerden que valiente no es el que no tiene miedo, sino el que actúa a pesar del miedo.
Salir de la zona de confort es esto: vencer resistencias, vencer temores. Una de las cosas que más suben la autoestima humana es justamente el atreverse a salir de la zona de confort, porque crecemos en autorrespeto y en amor propio cuando al menos lo intentamos, cuando tratamos de vivir nuestros sueños y nuestras pasiones.
Algunos prefieren vivir bajo la premisa de que “ante la duda mejor es abstenerse”, y ciertamente no se trata de ser temerarios, pero yo me inclino más por la filosofía del que no arriesga no gana, porque la vida siempre tiene dudas, incertidumbre, y entonces también podemos vivir absteniéndonos. Suscribo entonces lo que decía el abuelo: “Entre meterle y no meterle, mejor es meterle”.
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