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Como los cangrejos
“Chillamos ante cualquier caso de corrupción, pero ahí están todos los corruptos libres y nada pasa...”.
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¡Qué país! Nuestra desgracia es simple: promovemos todo aquello que deberíamos desterrar y arremetemos contra todo aquello que deberíamos promocionar.
Ejemplos sobran: deberíamos trabajar en reducir la informalidad, pero nos preocupamos por hacer los trámites difíciles, caros y numerosos, de tal manera que de paso promocionamos la corrupción; podríamos ser un ejemplo de desarrollo minero y forestal, pero como el cangrejo, caminamos en dirección opuesta: nos oponemos a la minería moderna mientras permitimos la minería informal e ilegal, aquella que no tiene ninguna preocupación por el medio ambiente.
Nos llenamos la boca todo el día hablando de la protección de los derechos laborales, pero estos solo llegan a un 20%-25% de la población… el resto, ya saben, que se jodan. Importantísimo, crucial que tengamos todos los derechos posibles e imaginables, sin importar que ello incentive la contratación informal, aquella que no tiene ninguna protección o beneficio.
Dormimos tranquilos sabiendo que las leyes existen, sin avergonzarnos que las mismas no sirvan sino a pocos.
Nos congratulamos con la promoción de programas sociales, sin importar que los mejores ecualizadores económicos y sociales sean de los peores en el mundo; así, tenemos uno de los peores sistemas educativos y sanitarios, y encima hacemos el ingreso a trabajos formales y de alta productividad todo un desafío (amén de promover barreras y trabas burocráticas por doquier).
Un sistema tributario complejo y oneroso es la cereza en el pastel. Pero bueno, ahí están los programas sociales para tranquilizarnos, ¿verdad?Chillamos ante cualquier caso de corrupción, pero ahí están todos los corruptos libres y nada pasa: no hay marchas, no hay comunicados, no hay huelgas morales. De hecho, pareciera que el sistema que promueve y protege la corrupción estuviera bendecido, si no sería imposible explicar los miles de millones robados en nuestras narices, mintiéndonos descaradamente, pero pasa el tiempo… ¿y? Nada.
Y podríamos seguir mencionando ejemplos. Como dijimos, sobran. Algo tiene que cambiar, y la llave está en nuestras manos, en la voluntad de querer hacerlo.
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