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Cómo la salud mental puede afectar la salud física
Problemas como la mala alimentación o dolores de pecho pueden surgir por sentimientos resguardados.
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El estrés y las malas situaciones nos afectan de distintas maneras. Aunque es normal en la vida sentir momentos de angustia, tristeza o enojo, a la larga esas sensaciones pueden llegar a crear malestares y manifestaciones físicas que peligrarían nuestra salud.
La psicóloga Maribel Castro comenta que las enfermedades impactan en un cuerpo subjetivado, es decir, que nuestra predisposición biológica y emocional impacta la dolencia que tendremos. “A través de nuestras enfermedades, el cuerpo habla sobre aquello que nosotros no pudimos poner en palabras”, comento. Además toma en cuenta dos aspectos importantes: primero que no se puede desestimar que el cuerpo enfermo duele y necesita diagnóstico y cura médica, “no se trata de no consultar un especialista”, aclara. También es un elemento subjetivo ya que los síntomas y manifestaciones pueden variar de persona en persona.
Según Gabriel Lapman, médico cardiólogo, nefrólogo, especialista en hipertensión arterial lo que sentimos y muchas veces no decimos, nos afecta porque implica que quedan en nuestro interior sentimientos que después nuestro cuerpo manifiesta con malestares. Por ejemplo, con ataques de pánico se generan síntomas orgánicos como dolor de pecho, falta de aire, insomnio, transpiración y temblores.
Muchos especialistas siempre recomiendan estar en contacto con sus emociones y no guardarlas; sin importar lo desagradable que sean. Las emociones son reacciones básicas a eventos que vivimos; por tanto, si llegamos a suprimir solo las emociones negativas, eso puede repercutir en el cuerpo. La ira aguantada llevaría a hipertensión, mientras que la depresión sin tratamiento puede llevar a trastornos alimenticios como la anorexia o la bulimia.
Sé honesto
Según Mara Fernández, psicóloga especialista en trastornos de la conducta alimentaria las reacciones emocionales negativas sostenidas en el tiempo mantienen niveles de activación psiconeuroendocrina intensos que pueden deteriorar nuestra salud. Por ejemplo, pueden aumentar la frecuencia cardíaca, originar cefaleas, déficit atencional, falta de concentración, hipertensión arterial, trastornos de la conducta alimentaria, alteraciones en el sistema endocrino, por ejemplo del ritmo de la hormona del estrés llamada cortisol, que puede generar enfermedad cardiovascular o fallas en el sistema inmune.
Cuando nuestro cuerpo identifica una situación o emoción como negativa hay una respuesta de neurotransmisores que liberan cortisol, lo que produce un aumento de la frecuencia cardíaca. Esa interpretación negativa que hace que nos sintamos totalmente vulnerables.
Cuando es demasiada cortisol la que es liberada, el corazón responde con taquicardia, esa aceleración de los latidos. El cerebro reacciona de manera de supervivencia, planeando una manera de escapar del peligro. Esta sensación es buena y hasta necesaria en pequeñas dosis; pero si se vive en constante estrés, donde las taquicardias son más frecuentes, junto a otros síntomas como la falta de sueño o los malestares corporales.
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Muchos especialistas recomiendan diferentes alternativas para mejorar el estado de sus vidas sin requerir terapias tan costosas e inaccesibles. Hablar con amigas, meditar, cocinar o hacer ejercicio son pequeñas cosas que no parecerán ser muy impactantes a largo plazo; pero que nos beneficiarán de manera que podamos romper con nuestras vidas rutinarias, cargadas constantemente de elementos que empeoran nuestro estrés.
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