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Ojo con el idioma: Un error más sí importa
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Cuando yo estudiaba, la calificación de exámenes y trabajos podía bajar por errores de redacción y mala ortografía. Era norma de la universidad. Muchos años después, hace una década o un poco más, recuerdo una discusión entre profesores de una facultad de Comunicaciones. Como los errores de ortografía y sintaxis habían aumentado considerablemente entre los estudiantes, pedían evaluar qué estaba pasando y buscar una solución.
Uno de los docentes comentó que si la preocupación iba por el lado de que los comunicadores (periodistas incluidos) no podían tener ese tipo de faltas, en las redacciones y editoriales siempre había correctores de estilo que se encargaban de salvar todos los textos que resultaban del apuro o de la ignorancia.
Resultaba curiosa esa conversación, pues, por la misma época, en diversas salas de redacción en el mundo, incluido el Perú, ya se hablaba de cancelar las plazas de correctores. Las gerencias consideraban que, al contratar periodistas, se daba por descontado que tenían muy buena redacción, ortografía y gramática; entonces, no veían sentido a tener una plaza o más de correctores. Ese puesto, en muchos casos, ya no existe. Y el buen manejo del idioma como habilidad, al parecer, es algo accesorio.
Algo pasa en los últimos años de modo tal que, a diario, cazadores de gazapos cuelgan en las redes sociales los errores y horrores que se ven en medios de comunicación, sobre todo en páginas web, cuentas de redes sociales y televisión. Estas fallas se ven en diferentes profesiones, pero, obviamente, son muy visibles al exponerse en los medios de comunicación.
El buzón de la Defensoría del Lector de Perú21 recibe algunas observaciones y quejas por errores que se les escapan a los editores, palabras mal empleadas o expresiones que podrían ser mejor trabajadas. Esto se ve más en las redes sociales y la web; los textos del impreso tienen la oportunidad de pasar por más filtros de edición e incluso uno de corrección.
Además de buena literatura, sugiero usar las aplicaciones gratuitas de RAE, el Diccionario de la lengua española elaborado por la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la misma lengua; y de Fundéu (Fundación del Español Urgente), fruto del BBVA y la agencia de noticias Efe. Lo bueno de ambos productos es que recogen los variados usos del idioma según los países y regiones. Fundéu también tiene el manual Escribir en Internet.
Asimismo, recomiendo los libros recientemente publicados Cuaderno de estilo, de Úrsula Velezmoro; y Manual de corrección de textos, de Sofía Rodríguez. Ambas son especialistas en Lingüística y tienen experiencia en varios medios periodísticos. También pueden leer La redacción no se improvisa, de Jesús Raymundo, conocido en las redes sociales por su labor docente. El idioma es un cuerpo vivo y se adapta a los tiempos, pero los comunicadores deben cuidar su buen uso por respeto a sí mismos y sus audiencias.
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