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Esther Vargas: Soy depresiva y no soy una perdedora
“Que la señora Keiko Fujimori nos llame perdedores refleja desconocimiento sobre lo que es la depresión y lo que representa para las personas que la padecemos”.
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Llevo 20 años luchando con la depresión, como otros batallan con la diabetes, la insuficiencia renal o el cáncer. Llevo 20 años entre pastillas, citas con mi psiquiatra y psicoterapeuta, y visitas periódicas al neurólogo.
Escribir esta columna sobre un asunto tan personal como la depresión puede ser un triunfo. Hablar de la depresión es importante, y exteriorizar el asunto es una buena manera de apoyar a otras personas que se refugian en el silencio para no llamar la atención.
En este país, las personas con depresión son marginadas, discriminadas, vistas con desconfianza y relegadas. A menudo, se convierten en el centro del cuchicheo y no pocos sacan estúpidas conclusiones: seguro que algo le pasó de chiquita, seguro que fue por la falta del padre, seguro es por las malas juntas, y un largo etcétera.
Que la señora Keiko Fujimori nos llame perdedores refleja desconocimiento sobre lo que es la depresión y lo que representa para las personas que la padecemos. Desconocimiento, falta de sensibilidad y torpeza.
La Organización Mundial de Salud (OMS) sostiene que la depresión no es un signo de debilidad, y que se puede tratar con terapia de conversación, medicación o una combinación de ambos métodos.
"¿Estás siempre triste, entonces?", me preguntó una amiga cuando le conté lo que pensaba escribir. No, no estoy triste.
La depresión va y viene, y con el tiempo –y los doctores, y la medicina– he logrado disfrutar de la vida. De hecho, si pongo en una balanza mis episodios de tristeza extrema y los de alegría, quizás he tenido más caritas felices de lo que muchos imaginan.
He aprendido a cuidarme, a proteger mi salud mental y hoy puedo decir que miro la vida con una serenidad que me sorprende. Pero la depresión podría volver. Solo que esta vez, arropada por los consejos de mis doctores, creo que podré recibirla y decirle 'regresa otro día'.
Soy una persona afortunada por tener los recursos para cuidar de mí. Miles de peruanos con depresión no reciben atención médica, no tienen dinero para un tratamiento efectivo y dedican tanto tiempo al trabajo (por necesidad) que se les hace imposible dedicar una hora a la semana a la cita con el psicólogo o psicoterapeuta.
Lo peor de las palabras de la señora Fujimori es que a muchos les parece natural, algo menor. Expresiones así refuerzan el prejuicio, la marginación y los atropellos. Hemos pasado de 'loquitos' a 'perdedores'.
Más de un millón 700 mil peruanos padecen esta enfermedad. Buena parte de ellos opta por el silencio para evitar críticas y comentarios despectivos como el de Keiko.
La Asociación Peruana de Psiquiatría ha criticado a la ex candidata presidencial, y precisa que solo el 25% de peruanos ha recibido atención especializada debido a que la mayoría no reconoce que está enferma o no accede al servicio. Haría bien Keiko en entender que la depresión es un problema de salud pública, y que en una contienda política, como en el fútbol, hay un ganador o un perdedor. A ella le tocó perder (otra vez).
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