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Inhíbase usted
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Los fiscales deben pronunciarse en sus resoluciones. Es a ello a lo que deben dedicar el poder que ostentan y la actividad profesional y pública que ejercen. No están diseñados para menoscabar la reputación de los testigos en los medios.
Peor aún, que los fiscales hagan declaraciones públicas y políticas, en medios televisivos y radiales, sobre un magistrado, invitado a declarar como testigo, es una forma de obstruir la justicia. Con ellas pretenderían que el magistrado pierda su legítima libertad de decisión y de calificación sobre qué ejerce y qué no ejerce sobre él un compromiso que le hace perder su libertad de decisión o lo obliga a votar en tal o cual sentido.
Al parecer, los fiscales, basados en un amplísimo y tergiversado concepto de conflicto de intereses, quieren que cierto magistrado se inhiba de conocer un caso contra quien ellos ya juzgaron y lograron condenar a prisión preventiva. Es increíble, pero los que deberían inhibirse de declaraciones que mancillan la honra y obstruyen la justicia son esos fiscales. Por el contrario, José Luis Sardón de Taboada, magistrado del Tribunal Constitucional, no tuvo razón ni cuestión ni causa eficaces para inhibirse de conocer el hábeas corpus que presentó la hermana de Keiko Fujimori.
Los fiscales no tuvieron en cuenta que el magistrado supo defender con valentía la verdad y la razón que le asisten, y que ejerció su independencia y libertad de consciencia a la hora de resolver conforme a la Constitución y las leyes del Perú.
El fiscal no es cualquier servidor público. Él tiene en sus manos el ejercicio de la acción penal contra los ciudadanos y el temor que le rodea y es a él al que digo en esta columna: “Inhíbase usted”.
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